Person living with cancer

MIRIAM, España

Estraño amigo

11 de octubre de 2019, son más de las 10 de la noche y no paro de dar vueltas por toda la casa como hace ya varios días, suena el teléfono... mala señal, veo en la pantalla el nombre de Carles, malo, si hubiera sido cosa de mi “pesimismo” me hubiera enviado uno de sus mensajes irónicos tipo “lo ves, exagerada” o “ me debes una cena” por whatssap, pero no me hubiera llamado. Dudo en contestar, tengo la sensación de que si no contesto todo será una pesadilla, que no será real y evitaré la mala noticia; al tercer sonido descuelgo el teléfono y le saludo entre lágrimas, no puedo evitar llorar, pues mi cabeza y mi corazón ya saben lo que van a oír. Recuerdo la frase exacta que dice al otro lado del teléfono “lo que tienes no es bueno”. “Lo que tienes no es bueno”... me resuena una y otra vez en mi cabeza mientras me explica los resultados de la PAAF. Del 0 al 6 mi resultado es un 5, 0 significa que no hay cáncer o pocas posibilidades, 6 que seguro que hay cáncer… Tengo un 5… el corazón me late a dos mil por hora, la cabeza no para de dar vueltas, los ojos desprenden lágrimas a mares y no soy dueña de mi cuerpo, quiero controlar mis sentimientos pero no puedo, soy totalmente incapaz, mi cuerpo hace lo que le da la gana mientras intento asimilar la noticia. 

A partir de ese día mi vida cambió por completo. 

Empiezo sesiones de “quimio”, “radio” y anticuerpos y esta suma de diferentes tratamientos se alarga más de un año. Los anticuerpos y las quimios me dejan el cuerpo para el arrastre: pierdo kilos aceleradamente, problemas visuales, pierdo el gusto y el tacto y el olfato se agudiza...Pero, que es peor: Las quimios o la radiotrapia?, si bien las quimios te dejan más hecha polvo, te quitan energía e incluso las ganas de seguir luchando,  sus efectos desaparecen y notas una mejoría rápida al poco de terminar la última sesión y con el tiempo y la experiencia puedes llegar a “calcular” cuánto tiempo te va a durar el malestar,  en cambio la radioterapia “engaña”, parece que no es nada y más de 4 años después después aún arrastro séquelas que parecen no tener fin. 


A todo esto hay que sumar que ponerse pañuelo que significa decir a todo el mundo que estas en tratamiento, que no estás en tu mejor momento, que tu vida y la de los que te rodean esta de lucha contra el cáncer, y los días pasan, y después de 289 días no se termina la lucha, Sí, término la primera parte del tratamiento y parece que todo ha terminado, pero no es así, quedan muchas cosas por hacer: medicación permanente, recuperación física, controles y un largo etcétera que no dejan olvidar lo que se ha vivido. Las dos pastillas que me tomo a diario (durante entre 5-10 años) me recuerdan cada día que a mi cuerpo le ha fallado la protección, ha fallado y el cáncer se ha introducido en mi cuerpo y en mi vida sin preguntar (y sin hacer mucho ruido, pues yo nunca me encontré mal hasta que me lo diagnosticaron, sinceramente me ha provocado más dolores el tratamiento que la propia enfermedad). 

Y yo, que voy a hacer a partir de hoy? Vivir, simplemente vivir. 

Caminar hacia delante sin mirar atrás es complicado, queramos o no el pasado nos marca el presente y el futuro, incluso antes de nacer tenemos marcado el futuro, dependiendo del país donde nazcamos, de la familia con la que crecemos,  tendremos unas oportunidades u otras, viviremos una vida o otra. No podemos vivir el futuro sin el pasado. No podemos cambiar el pasado, pero el pasado lo podemos tener presente para poder cambiar el futuro.

No puedo dejar de pensar en una posible reproducción, cuando lo pienso hay veces que me veo incapaz de revivir otra vez lo mismo, no creo tener fuerzas para volver a pasar por las quimios, el malestar, la perdida de pelo…. Creo que diría un NO rotundo al tratamiento y le daría carta blanca “al bicho” ocupa al que yo ya he ganado una batalla. Otras veces creo que haría de tripas corazón y otra vez a la batalla, si lo he ganado una vez, porqué no dos? Hay quien lo ha hacho más veces y aquí está. Pero nunca sabemos como actuaremos realmente hasta que nos toca hacerlo, y nos sorprendemos a nosotros mismos (espero que no tenga que tomar esta decisión nunca, prefiero quedarme con la duda). 

El cáncer es mal inesperado, a veces imprevisible, que no le importa ni edad, ni sexo, ni religión, ni mira si eres rico, pobre, guapo, feo… simplemente ataca y maltrata y si bien se puede vencer, su recuerdo queda para siempre, y no solamente en la persona que lo ha sufrido, sinó en aquellos que la rodean y han luchado a su lado. 

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