Qué está en juego: una enfermedad impulsada por las desigualdades
En el mundo, cada dos minutos muere una mujer por cáncer de cuello uterino. Si no hacemos nada, las muertes por cáncer de cuello uterino aumentarán en un 50 % hasta 2030.
Nueve de cada diez muertes tienen lugar en países de renta baja y media.
En países de renta alta, las niñas tienen la posibilidad de vacunarse contra el virus del papiloma humano (HPV) y se examina con regularidad a las mujeres y se les trata a tiempo cualquier lesión precancerosa, dos medidas importantes en la prevención del cáncer de cuello uterino. Como resultado, más del 80 % de los casos de cáncer de cuello uterino se pueden prevenir.
Por el contrario, en países de renta media y baja el acceso a la prevención y la detección temprana tienen un acceso limitado. Sin embargo, incluso con programas de cribado activos, el 55 % de los países de renta baja carecen de acceso a servicios de radioterapia y cirugía, que son fundamentales para tratar el cáncer de cuello uterino con éxito1.
Existen, además, claras desigualdades dentro de los países, motivadas por la discriminación de género y la pobreza. Por otra parte, las mujeres y niñas que viven en zonas apartadas, así como los refugiados, migrantes, poblaciones indígenas y otros grupos vulnerables se enfrentan a considerables obstáculos para acceder a los servicios sanitarios.
Debemos garantizar que todas las niñas y mujeres tengan acceso a los mismos servicios sanitarios vitales.