Evely, Perú

El Camino Inesperado

Todo comenzó en un cóctel, en la inauguración de una línea de ropa interior. Entre las charlas y risas, me dieron un folleto que, en ese momento, apenas miré. Al llegar a casa y poner orden en mi cartera, lo encontré de nuevo. Lo hojeé y, algo en ese momento me hizo seguir las instrucciones del folleto: un autoexamen. Levanté el brazo como indicaban las instrucciones y, para mi sorpresa, encontré un bulto. No podía creerlo, pero lo confirmé: había algo ahí. Lo repetí en la ducha, con el mismo resultado, y entonces lo supe.

Pero, por alguna razón, no actué de inmediato. Pasaron semanas, incluso un mes, y el bulto creció. Primero era del tamaño de un pequeño guisante, pero en poco tiempo había alcanzado el tamaño de un huevo. Fue entonces cuando, finalmente, me preocupé . No podía dejarlo pasar. Pensaba en mi hijo, que tenía  9 años. Sabía que tenía que hacer algo, no solo por mi , sino por él. No quería que, cualquiera fuera el desenlace, se quedara sin la certeza de que había luchado por no dejarlo solo.

Con esa decisión, empecé a buscar ayuda y, acudí a 3 médicos y los tres me dieron el mismo diagnóstico. Me ofrecieron entrar en un protocolo de tratamiento de un prestigioso laboratorio. Fue un giro inesperado en mi historia, y sentí que no era casualidad. Es como si esas señales—el folleto, la oportunidad de ese protocolo—fueran señales que no podía ignorar, como si la vida me estuviera guiando hacia un camino que debía recorrer.

Hoy, quince años después, miro atrás y me siento agradecida. Esa etapa me cambió por completo. Aprendí a ver la vida de otra manera, a disfrutar más de los pequeños momentos, a dedicarme tiempo a mí misma y a vivir con la firme convicción de dejar protegidos a los que más quiero.

A hacer las cosas que siempre quería hacer y no me daba la oportunidad. 

Superé la prueba. Y en el proceso, me reencontré con una versión más fuerte y agradecida de mí misma.

Evely Kuchenbecker Carbonell